Consejos útiles para el cuidado del bebé en la playa

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montaje niña playa

Estamos en pleno verano, y si aún no has llevado a tu bebé a la playa, ¡no te preocupes! Entendemos que la ola de calor era too much para un bebé, y ahora que las temperaturas se han suavizado un poquito, quizás sea el momento de poder disfrutar de la playa sin llevarnos ninguna sorpresa. Como responsables de una personita muy especial, tenemos que tomar consciencia de una serie de hechos. Como queremos que tanto tu bebé como tú recordéis vuestros primeros veranos juntos sin incidentes ni preocupaciones, os traemos unos consejos súper prácticos para que disfrutéis de unos fantásticos días de playa.

niña corriendo en la orilla bañador rojo

Queremos comenzar estos consejos con el elemento más importante de todos: el sol. La piel de nuestros pequeños es aún muy fina y sensible, además que su sistema natural de protección al sol está todavía en desarrollo, por lo que las largas exposiciones al sol son un “no” rotundo.  Los dermatólogos pediátricos recomiendan que durante al menos el primer año de vida, no exponer a los niños al sol directo, ya que al ser la piel tan sensible, puede provocar futuras lesiones dermatológicas. Así, recomendamos que el bebé permanezca bajo la sombrilla, y a ser posible con la piel cubierta. Conforme vaya creciendo, también puede ir creciendo el tiempo de exposición al sol, controlando los intervalos de tiempo, colocar accesorios como gorrito o gafas de sol en el momento de acercarnos a jugar a la orilla, y por supuesto con protección solar constante. Por supuesto, sabemos que la ausencia del sol también provoca mal en nuestra salud. Así, recomendamos que si el bebé es muy pequeño, comencemos los días de playa a final de la tarde, cuando la fuerza de los rayos UV pierden fuerza. Las primeras experiencias de playa son muy importantes, `puesto que son un fuerte estímulo para los bebés, y además, los niños que vayan paulatinamente en relación a la exposición al sol, y no sufren quemaduras prematuramente, recordarán los días de playa con mucho cariño, y querrán volver cuanto antes a la playa para seguir disfrutando mientras se hacen más fuertes.

niños bajo sombrilla amarilla

Para nosotros, que ya estamos más que acostumbrados, el mar es un regalo. Sin embargo, para algunos bebés, la inmensidad del agua, su salinidad, la fuerza de las olas… Son muchos elementos que se escapan de control, y la reacción de muchos niños es de miedo. Ya habiendo cumplido su primer año de edad, con su piel más resistente al sol, es muy útil ir acercándose poco a poco al mar. Podemos empezar llevando a nuestro bebé a la orilla, que tenga su primer contacto con las olas al final de su recorrido, y poco a poco, ir introduciéndonos con él en el agua, donde pueda a empezar a mover brazos y piernas, estimulando sus capacidades psicomotrices. Evidentemente, todo este proceso es de carácter gradual. Tenemos que ir vigilando las reacciones del bebé, puesto que si obligamos a nuestro niño a realizar acciones con las que aún no se siente cómodo, le puede generar traumas, y transformar una experiencia enriquecedora en un mal trago. Al igual que con la exposición al sol, recomendamos que estos baños se produzcan en las horas donde los rayos UV no tienen tanta fuerza, como a primera hora de la mañana o al final de la tarde.

Hablemos del tema arena. ¡Ay, qué recuerdos! Los castillos, los restaurantes de albóndigas con tus padres como clientes estrella, enterrarte las piernas y modelarte como si fueras Miguel Ángel una increíble cola de sirena, crear muros de contención que las olas romperán cuando suba la marea. Son tantas las experiencias positivas vividas rodeados de arena, y son también las que va a empezar a experimentar tu bebé. Ahora hay que tener especial cuidado con la curiosidad de nuestro bebé, ya que es muy posible que quiera probarla, o que al no conocer bien el material, jugando pueda meterse arena en su ojo. También tenemos que estar pendientes de sus canales auditivos, ya que son sensibles a que entre arena dentro, pudiendo provocar infección. No obstante, todo no va a ser negativo: reduce el impacto de las caídas si así se producen, ayudan a desarrollar su fuerza en las piernas al caminar, producen sensaciones nuevas al estar en seco o al estar húmeda. ¡Cuidado! La arena, sobre todo cuando está en seco, almacena la temperatura del sol, y puede estar demasiado caliente. Vigila la zona donde vaya a jugar tu bebé para que no sufra un golpe de calor proveniente del suelo.

niño jugando con juguetes de playa en la orilla

Previamente al salir de casa, entre los veinte y los treinta minutos previos a la exposición al sol, es muy recomendable realizar la primera puesta de crema solar, que además sea resistente al agua, y con un elevado factor de protección. Así, cuando lleguemos a la playa, el bebé tiene su crema perfectamente activa. Con respecto al frío los bebés también son sensibles, así que ten vigilado el tiempo de los baños, los cambios de temperatura en la playa son algo extremos para alguien que aún no está 100% preparado para el mundo, que no nos engañemos, es algo hostil. Además, al acabar estos baños, hay que estar seguros que tanto sus oídos como los pliegues de la piel estén bien secos, evitando así irritaciones. Un tip extra: llévate una botella de agua dulce de más, para si se diera el caso de introducirse arena en sus ojitos, poder limpiarlos.

madre e hija de espaldas en la orilla

Está claro que la llegada de un bebé a la vida de cualquiera supone un cambio brutal, y que experiencias como ir a la playa se convierten en algo completamente nuevo tanto para el bebé como para ti. ¿Conocías todos estos tips?, ¿te ha resultado útil esta información? Déjanos tu opinión u otros trucos que conozcas en nuestros comentarios, que compartir es vivir. Esperamos que con nuestros consejos, estas novedades evolucionen en recuerdos inolvidables para toda la familia. Ahora que estamos bien preparados, solo queda desearos unas primeras jornadas playeras maravillosas ¡Y sin contratiempos!

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